Nuestro viaje a Peña.
Este fin de semana por fin pudimos viajar a Peña de lobos mi amiga Sandra y yo.
Es un viaje que nos debíamos desde hace un par de meses.
A ella como a mí nos gusta viajar.
Este fin de semana fue un fin de semana digno de recordar.
Peña de lobos es un lugar muy cercano al D.F. Tiene varias cosas interesantes que hacer, como ir a acampar, conocer unas cascadas, caminar hasta un lugar llamado el espinazo del diablo, hacer el recorrido nocturno de historias de fantasmas.
Mi amiga Sandra y yo no solo viajamos por hacer algo diferente, si no también para enterrar un pasado que nos estaba estorbando para seguir evolucionando.
Al llegar comimos unas ricas quesadillas de papa, las dos somos vegetarianas, después la dueña del lugar nos llevó a recorrer las cascadas. A nuestro recorrido se sumaron dos parejas. Una de esas parejas iba tomando fotos y resultaron ser excelentes vecinos de cabaña y amigos y la otra pareja que al principio el chavo estaba muy interesado en conocerlas pero después por su novia que no aguanto mucho caminando, se desesperó. Para llegar a las cascadas tuvimos que atravesar el río descalzos, el agua estaba fría y todos estábamos muy preocupados por nuestros tenis, en realidad no estábamos preparados para esa caminata. Todos pensábamos que sería una caminata corta, pero duró más de tres horas. Aún así mi amiga, nuestros vecinos buena onda y yo nos dedicamos a disfrutar de ella y a conocer cada una de las cascadas que nos iba enseñando la guía. Terminamos enlodados, yo me caí una vez y la chava que no quería ir dos veces. Mi amiga Sandra fue muy fuerte y aguanto bastante, por momentos creíamos no la libraríamos sobre todo cuando pasábamos por veredas muy delgadas que si nos resbalábamos un poco podríamos caer a los acantilados. Pero como ella me dijo, somos independientes y fuertes y lo vamos a lograr. Al regresar del recorrido nos hospedaron en nuestra cabaña y ahí comenzamos a deshacernos del pasado, prendimos nuestra chimenea y quemamos cartas. Pensé que me costaría trabajo quemar dieciséis años de nostalgia, de ese primer amor que tuve en la preparatoria. Pero entendí que no puede haber un presente si no se deja atrás el pasado. Que no puedes llenar con cosas nuevas tu corazón si aún tienes cosas viejas en él. Le había dicho a mi amiga que tal vez me llenaría de tristeza al hacerlo, sobre todo por que son detalles que nadie más tuvo conmigo, por que después de todo él había sido ese que trepaba ventanas para verme, que se escondía a fuera de la escuela y retar a mis papas para poder estar conmigo aunque fuera cinco minutos, aquel que me esperaba afuera de las noches coloniales con una rosa en la mano, aquel que me busco durante muchos años pero nunca me encontró de nuevo, pero cuando empecé a recordar por que se había ido a Estados Unidos, por que paso lo que paso y por que nunca lo voy a volver a ver solté todo y de un jalón queme todo aquello que me causaba dolor y nostalgia. Ella hizo lo mismo y de jalón también quemo todo aquello que la unía a alguien durante 16 años.
Y las dos sentimos un gran alivio que se sintió en el ambiente.
Al terminar invitamos a nuestros vecinos a escuchar música, ellos nos regalaron bombones y totis. Y contamos algunas historias de terror.
Lo mejor de este viaje fue nuestro amigo perruno Don Michelin Garcés, una cruza de labrador que desde que nos vio a mi amiga y a mi ya no nos soltó.
Las dos teníamos mucho miedo de quedarnos solas en la cabaña y nuestro amigo se quedo con nosotras a dormir. Durmió sobre nuestras cabezas y las dos con los pies colgando en la cama. Nos lamio, nos veía con detenimiento y nos roncó ( eso no nos gusto tanto ). Al amanecer nos despedimos de él, desayuno con nosotros, a nuestros vecinos también les costo trabajo dejarlo. Se quería ir conmigo pero no pude traérmelo, no pensé que fuera justo robarle el gran espacio que tiene y que yo en casa no lo puedo
ofrecer, por que lo que uno no puede dar tampoco lo puede quitar ...
En fin las imágenes valen más que mil palabras.